miércoles, 17 de marzo de 2021

Ayer

 Ayer murió de forma repentina alguien importante para mi. Ha sido un shock absoluto. Lo quería. Era demasiado joven, y ahora todo es muy complicado, todavía no puedo asumir que no vaya a verlo más. Su cuerpo está en Chipre y toda la familia, incluidos sus hermanos que han llegado esta tarde de Ginebra, estamos aquí. Nadie ha podido despedirse de él, ni sus padres, ni sus hermanos, ni sus hijos, ni si quiera su mujer.

Y me planteo muchas cosas. Me planteo no perder el tiempo y hacer todo lo que queremos, estar con quién queremos, no aplazar nada, no dejar nada por decir. Sobre todo los  "te quiero" o los "me importas" —él decía mucho todas estas cosas, todo el tiempo—o cualquier otra cosa que consideremos importante; no dejar conversaciones pendientes.

He hablado con su ex, que también es la madre de sus hijos, y me ha dicho que ella solo quería que él fuera feliz y viviera tranquilo; entonces me doy cuenta que cuando has querido a alguien, pase lo que pase después,—por muy mal que acabe— el amor que habéis tenido siempre estará, siempre quedarán los años que os habéis querido y todo lo que habéis vivido.

Y eso no se lo lleva nadie, aunque esa persona ya no esté.

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