lunes, 7 de diciembre de 2020

Londres

Cosas que amaba, y algunas que odiaba, cuando vivía en Londres:

  Cenar la pizza número 4 con rúcula en Franco Manca. Aquel paraguas rojo. Consejo de Sabios a todo volumen al salir del trabajo. Pasear por la Stoke Newington Church Street los domingos. Conseguir sitio en primera fila en la parte de arriba de los autobuses, sobre todo cuando iba acompañada. Bajar en Angel y alucinar con las librerías y los restaurantes. Llegar (casi) siempre tarde. Pedir algo en el Pret a Manger de Victoria Station a la hora del lunch, comerlo en los jardines de Grosvenor, especialmente cuando hacía sol.

Estar constantemente empapada por la irritante llovizna característica. Cruzar la ciudad en el coche de Gavin. The Cuban en los establos de Candem los sábados por la noche. “38 Clapton Pond”. Correr por Clissold Park. Lewis E. el arquitecto de la quinta planta. Las fiestas en el Ballroom. Los jueves por la noche de españoles en el Wheather Spoon de Turnpike Lane. Hora punta en el metro, sí muy mal, pero con los AirPods a tope; esa playlist ahora solo me hace recordar aquellos días. 

Ir de compras, muy triste, por Oxford Circus. Tener los viernes libres e ir a comer a casa de Lucía en Brixton. Estar enfadada por el tiempo de mierda. Las conversaciones en la cocina con mis compañeras de piso, las mejores conversaciones siempre son en las cocinas. Las Moroccan Meatballs de Leon. Mi apartamento, las vistas de la City desde mi apartamento, las fiestas de más de treinta personas allí en menos de 40 metros cuadrados, el día que en una de esas fiestas se incidió mi cocina saltó la alarma y estuvieron a punto de venir los bomberos.

Sentirme triste y vacía paseando por Old Street e intuir que todo el mundo lo estaba en esa loca ciudad. Las fiestas que montábamos cada vez que Pablo nos invitaba a ver al Madrid en el proyector de su apartamento. St. Paul's Cathedral de noche. El Sheperd's Pie del catering. Leer en el metro. Aquel día que me invitaron a unas copas en un pub cercano los high investors del edificio donde trabajaba. Algunos domingos en la Tate Modern. Mis restaurantes favoritos de mi barrio: Perilla, Trattoria N16, Acoustic Brasserie, Jumi Cheese, The Alma. 

La felicidad cuando me llamaron para decirme que me daban el puesto de recepción. Ben J. el jardinero bohemio. Ir muchísimo a Covent Garden para corroborar constantemente que es una de mis zonas favoritas de la ciudad. "Beautiful things don't ask for attention". El Tesco de Newington Green. Que lloviera todo abril sin dar tregua ni un solo día. Cuando Nerea vino a verme y estuvimos cenando en aquella pizzería tan genial en la zona del Royal Court of Justice, con desfile de caballos de Su Majestad incluido. Aquella madrugada cuando presencié el rodaje de una película de Emilia Clarke en Fleet Street desde un autobús. 

Todas las pausas en las cafeterías: la zona del Café Rouge en Highgate, las tardes leyendo en The Parlour detrás de mi casa, las cervezas en Clissold Park Tavern y los cafés en el Park Life Café que me hacían creer que estaba dentro de Orgullo y Prejuicio. Sandro C. que trabajaba en la embajada de Francia. La felicidad absoluta cuando salía un poquito el sol. La colina más alta de Primrose Hill. Visitar mi librería favorita: Daunt Books en Marylebone. El Millenium Bridge de noche.

Ahora echo todas estas cosas de menos.

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